lunes, 27 de abril de 2009

Mini-mías Influenza

1.- Dios es sordo y no se deja Influen-ciar

2.- Al mal tiempo buen cubrebocas.

3.- Y a ellos quién los atiende

4.- Un papá cuidadoso
5.- Ellos trabajan para nadie en las calles

6.- Él decía al mundo por CNN "Ningun contacto físico..." a ellos no les importó

7.- Se acabaron los cubrebocas.

8.- Mí cámara no roba el alma

Postales sin miedo

11:oo am Salgo de mi casa en Nezahualcóyotl, Estado de México, aquí no pasa nada. Contados son los que usan cubrebocas. Me dirijo al metro Pantitlan. Dicen que el transporte más seguro en esta ciudad es la combi, ¿Han oído de algún asalto a este transporte o choque?
La mayoría sucede en los micros. Aunque la Influenza, quizá sea uno de los transportes más peligrosos. Pequeña, compacto, sin mucha ventilación, dinero que pasa mano en mano, sólo dos, de los ochos pasajeros tiene cubrebocas, a los demás parece no importarles, hacen planes para el domingo.
Llego al paradero, me doy cuenta que he pasado el pasaje de la mayoría de los pasajeros, me pregunto si eso también está prohibido como medida de seguridad "en contra de". Aquí la cosa cambia, la mayoría usa cubrebocas, azules, blancos. Algunos policías están regalando, otros, voluntarios del gobierno del DF, dan volantes con información de qué hacer para prevenir esta enfermedad. Algunos los toman, los menos los guardan y los más los tiran pasos adelante.
La nueve luce vacía. El metro lleva diez minutos estacionado. Arranca, la mitad lleva la otra mitad no. Intento tomar algunas fotos. Algunos se cubren. Claro, los que no traen "protección". Otros se protegen hasta con el pelo, ¿Dará mayor protección contra el virus Ni1H1? Me dirijo al centro de la Ciudad.


11:40 a.m. México se ha caracterizado por los temblores constantes. Ya la población ni los siente de lo acostumbrados que están y hasta se ríen. Aunque ahora no se puede ver esas risas debido a las mascarillas. El metro está detenido en la estación San Antonio Abad, el Edificio del INBA está siendo desalojado dentro del vagones preguntamos el por qué, será acaso un simulacro. Horas más tarde me enterare que fue gracias a un temblor de 5.6 grados.
La gente sigue desconcertada, pocos se encuentran en la estación, el metro por fín avanza. Un hombre alto, pelo negro, cuerpo de tacle ofensivo, lee Mi Lucha de Hitler, llama mi atención. Él no deja de sonreír. Lleva la mascarilla azul puesta, pero sonríe. Se dibujó una sonrisa en su cubrebocas. Al mal tiempo buena cara.

12:15 p.m. Bellas Artes luce normal. No sé si es porque es lunes, casi no vengo en lunes por estos lares y menos a estas horas, que los puestos habituales no están. Un comentarista de CNN transmite en vivo e indica las medidas que se han tomado desde hace unos días. Cubrebocas, cero diversión, ningún contacto físico. Una pareja de jóvenes pasa al lado de la cámara que transmite en vivo a todo el mundo. Usan cubrebocas, van tomados de la mano.
Los locales lucen vacios, los restaurantes están al 1% de su capacidad. El sanborns de los azulejos está lleno. Sólo donde se puede leer gratis las revistas. Proceso "Influenza". Nadie la toma. Prefieren leer espectáculos, comics (quizá un superhéroe pueda contra el virus), deportes. Antes de salir mi vista se dirige a las películas. 28 semanas después ahora en Blue Ray se exhibe en la primer vitrina. Segunda parte de la película Exterminio. Trata de un virus (como la rabia), sin cura,que infecta a Inglaterra. La segunda parte trata de lo mismo, sólo que ahora se esparce por todo el mundo.
Catedral luce vacía, aún así hay una pequeña misa, el padre usa una mascarilla blanca que combina con su sotana. La trae en el cuello no en la boca.
Tres estructuras enormes blancas cubren la plancha del zócalo, no sé para qué son. Quizá nos meterán en ellas para no seguir infectándonos. Puras suposiciones por supuesto.
Coopere joven, anímense, una monedita para el organillero para que no se borre esta bonita tradición. Lleva 7 minutos con lo mismo. Nadie se ha detenido a darle una moneda. Quizá las personas temen que ellos sean los borrados.




1:45 p.m Rumbo a Insurgentes. El metro se encuentra mas lleno. Hoy los ventiladores si sirven. Más personzs usan cubrebocas pero el asunto está equilibrado. Apenas el sábado La glorieta de Insurgentes lucía vacía. Hoy no es así. La gente, poca aún, sale. Algunos con traje pasean por Génova. Es la hora de la comida en algunas oficinas. Los restaurantes lucen vacios aún. Hay pocas mesas. En una de ellas un sujeto de camisa blanca dice a otro "pues con tu influenza porcina ve si nos dan el apoyo", y le agarra la panza tipo secretario de hacienda.
Aquí la vida no se ha detenido del todo. ¡Cómo, si hay que trabajar!. Algunos siguen las indicaciones de la Secretaria de Salud y se cubren la boca. Las estatuas también se protegen por si las moscas.

4:30 p.m Ya quiero llegar a mi casa, el cubrebocas es incomodo, todo el trayecto me lastimó la oreja derecha, quizá no me lo supe poner, el calor provocaba gran cantidad de sudor en mi boca. Con razón mis primitas un día antes me dijeron que era incomodo y yo tajante les dije que no se lo quitaran. Qué bueno que no soy niño. Tengo 22 años, casi 23 en junio. Los que han muerto por influenza se encuentran entre 20 y 48 años. Mejor sigo con el cubrebocas.
El micro se descompone. Estoy en la Av siete. Límite entre DF y Estado de México, aquí no pasa nada. Es un lunes cualquiera. El sol se torna naranja. El atardecer se acerca. Un día más pasará pronto. Aún quedan 9 para que todo regrese a la "normalidad". Aquí no pasa nada.

Fotos y Texto: Claudio Benedetti

sábado, 25 de abril de 2009

Mini-mías

1.- ¿La hora llega o caminamos hacía ella?

2.- Pequeño gran contraste



3.- Ni Ellos pueden contra la Influenza


4.- El alcohol os hará más fuertes

Fotos y texto: Claudio Benedetti